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Adéntrate en la Orden
La Orden de la Sangre es el nombre que se da a sí misma una secta que no es una secta. Es una sociedad que vive oculta entre nosotros desde hace cientos o tal vez miles de años y se estructura alrededor del culto a una diosa. Una diosa que les otorga un poder codiciado por la humanidad desde que fue consciente de sí misma y de la brevedad de su existencia: el de burlar la muerte para alcanzar la inmortalidad.
A cambio, esta diosa obtiene sus almas –un clásico– y la garantía de que su culto perdurará mientras la Orden de la Sangre siga con vida. La Orden tiene sus propias leyes, religión, un idioma propio, una historia… Conforma una cultura distinta, que ha sobrevivido a ojos de todos y ajena, en lo esencial, a los cambios del mundo que les rodea. Es una comunidad en la que los sacerdotes, y especialmente los magos, conforman la élite dirigente.
Esta arranca en un momento de decadencia para esta comunidad, que se encuentra en un punto de inflexión en el que temen que pueden desaparecer. La historia comienza cuando los magos deciden intentar un antiguo ritual prohibido para hacer regresar a su líder de la muerte y así salvar a la comunidad. Al hacerlo, inician una serie de acontecimientos que arrastran a los protagonistas, y a la propia orden, a una lucha por la supervivencia para la que ninguno de ellos estaba preparado.
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I. El regreso del Shanadi
Han pasado ya sesenta años desde que Ray abandonó la Orden de la Sangre, pero aún conserva la juventud y la convicción de no mirar atrás. Sin embargo, La Orden no ha olvidado ni perdonado. El pasado resurge y la reclama, a ella y a su familia, trayendo a su vida los viejos miedos que creía enterrados. Con la única ayuda de la Diosa —si es que no la ha abandonado—, Ray se verá obligada a enfrentar esta renovada amenaza: el Shanadi ha regresado, y reclama el poder que siempre le perteneció.
II. El trono olvidado
El juicio de la diosa ha terminado con un final incierto, un antiguo poder ha resurgido y la lucha por el dominio de La Orden de la Sangre se recrudece.
Hanneck, su despótico líder, continuará desarrollando sus planes, ajeno a las conspiraciones que crecen en las sombras; mientras Ray, su suma sacerdotisa, intentará afianzar su posición y provocar cambios profundos en la Orden.
Tara, ahora bendecida por la diosa, buscará la forma de respaldar a Ray con la ayuda de los demonios de la Hermandad, que han convertido el mundo en su coto de caza mientras intentan ganar poder contra sus enemigos.
En mitad de todo este caos, la diosa observa y empuja a sus seguidores en la dirección que desea, provocando una guerra entre seres inmortales donde todo está en juego y en la que nada, ni siquiera la línea entre el bien y el mal, puede verse con claridad.


III. El rey muerto
La huida de Fran ha provocado una conmoción en el templo y los acontecimientos se precipitan. La preocupación por el futuro comienza a hacer mella en los sacerdotes obligándoles a tomar partido.
Ray asume su papel de izani al frente del templo al tiempo que se aleja del clan, y comienza reunir el poder necesario para disputarle el dominio al Eterno. David, pieza esencial en sus planes, se encuentra dividido entre el corazón y la razón.
En el exterior, Tara emprende su propio camino e intenta controlar su nueva condición, mientras se prepara junto a la Hermandad para los desafíos que se avecinan.
Se empieza a desvelar la verdadera naturaleza de Ray, así como el origen de la comunidad y partes de su historia que no son como algunos creían. El pasado vuelve en oleadas para contar su verdad sembrando confusión y esperanza a partes iguales.